Ariel, el príncipe del Inframundo

Se dice que previo al nacimiento del primer hombre en la tierra, en el jardín del Edén, aún no terminado del todo, habitaba un ser sobrenatural e incandescente, llamado Ariel.
Ariel era tan bello, como la creación del Dios mismo, de ojos azules y delicados, con una sensual y a la vez inocente curiosidad de explorar. Una criatura fresca,jovial y feliz.
Pero fue efímera su felicidad, la perversidad penetró en su corazón, sus ojos se tornaron en fuego calcinante, invadido por un deseo de maldad y de lujuria.
La razón de tornarse un íncubo continuo al mal e inmoralidad, lo narra una antigua leyenda ya caída en el olvido.
Que cuenta que cuando Dios formaba la tierra, plantó un hermoso huerto en el Edén, 
y allí formó a las bestias, las aves y todo animal existente. Pero debido a la ausencia del hombre, el cual el Todopoderoso aún no había planificado como sería, dejó a un ser tan sutil similar a un espíritu, que cumpliría el papel de guardián, mientras Dios se reunía en consejo para planificar la creación del hombre. En ese período de tiempo, Ariel cuidaría el jardín del Edén y a los animales que allí habitaban. 
Queda claro aquí, que Ariel no estaba destinado a vivir en el paraíso, solamente sería su protector mientras llegara el ser humano, a quién se le daría el jardín del Edén como hogar. 
El alba de la humanidad había llegado, Ariel se encontraba alegre y concienzudo cumpliendo su tarea, acariciando las cabezas de las serpientes quienes habían tomado un hechizante cariño con él.  
De pronto, una espada de fuego fuerte y dura hirió su frente, haciéndolo caer al suelo, el portador de la espada era un querubín de jehová,  al que envió con orden de echar a Ariel del paraíso, pues Dios ya formaría al propio dueño del Jardín para que lo labrase.
Ariel, atónito, se rehusaba a abandonar el paraíso, pues el había hasta este momento,  cuidado todo lo que había en él. 
Viendo Yahvé su necedad, envió a otro querubín, y entre los dos querubines armados enfrentaron a Ariel y así fue como huyó del Edén. Pues ya no se le necesitaba más, el hombre estaba a punto de ser formado. Y así creó a Adán, el verdadero dueño del hogar paradisíaco. La injusticia de Yahvé hacia Ariel fue cruel, solo le asignó una tarea de proteger lo que jamás sería suyo. Después de ser expulsado por los querubines, huyó por medio del río Hidekel, y llegó a las tierras que dentro de poco tiempo serían Asiria. 
Y mientras observaba de como el humano gozaba las delicias que un día el gozó, la ira, la venganza, la maldad, la envidia, la ansiedad de volver a disfrutar, de sentir placer, se apoderaron de él tornándose en uno de los íncubos más desenfrenados, poseído siempre por la voraz lujuria.
Y el dolor de la herida de su frente, siempre le haría recordar su sufrimiento el cual apaciguaría en sus viles pasiones.
Por ello, también se cuenta que fue partícipe en la caída del hombre, al ordenarle a una de sus queridas serpientes que se dejara manipular para tentar a Eva.
Ariel también fue una deidad en la tribu de los moabitas.
Él es príncipe de los íncubos en el Inframundo, su misión es conducir a las naciones en la inmoralidad y convertirlas en ruinas. Más en sus vengativos ojos, conservan ese delirio de nostalgia, de ese bello paraíso, que disfrutó una vez...

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